2 Vinieron mensajeros que avisaron a Josafat diciendo: «Viene contra
ti una gran muchedumbre de gentes de allende el mar, de Edom, que están
ya en Jasasón Tamar, o sea, Engadí.»
3 Tuvo miedo y se dispuso a buscar a Yahveh promulgando un ayuno
para todo Judá.
4 Congregóse Judá para implorar a Yahveh, y también de todas las
ciudades de Judá vino gente a suplicar a Yahveh.
5 Entonces Josafat, puesto en pie en medio de la asamblea de Judá y
de Jerusalén, en la Casa de Yahveh, delante del atrio nuevo,
6 dijo: «Yahveh, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en el cielo,
y no dominas tú en todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano el
poder y la fortaleza, sin que nadie pueda resistirte?
7 ¿No has sido tú, oh Dios nuestro, el que expulsaste a los habitantes
de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la
posteridad de tu
amigo Abraham para siempre?
8 Ellos la han habitado, y han edificado un santuario a tu Nombre,
diciendo:
9 “Si viene sobre nosotros algún mal, espada, castigo, peste o hambre,
nos presentaremos delante de esta Casa, y delante de ti, porque tu Nombre
reside en esta Casa; clamaremos a tí en nuestra angustia, y tú oirás y nos
salvarás.”
10 «Pero ahora, mira que los ammonitas y moabitas y los del monte
Seír, a donde no dejaste entrar a Israel cuando salía de la tierra de Egipto,
por lo cual Israel se apartó de ellos sin destruirlos,
11 ahora nos pagan viniendo a echarnos de la heredad que tú nos has
legado.